El día de trabajo de 8 horas es una manera ineficiente y vieja de enfocar el trabajo. Si quieres ser lo más productivo posible, necesitas olvidar esta reliquia y encontrar un nuevo enfoque.
El día de trabajo de 8 horas fue creado durante la Revolución Industrial como un esfuerzo para acortar el número de horas de labores manuales que los trabajadores eran forzados a hacer en las fábricas.
Este progreso fue un enfoque más humano al trabajo de hace 200 años, y aun así posee poca relevancia para nosotros hoy en día. Como nuestros ancestros, se espera que trabajemos 8 horas diarias en jornadas largas y continuas sin descanso o con poco descanso.
Incluso, muchas personas trabajan durante su hora para comer. Este enfoque anticuado del trabajo no nos está ayudando, nos está reteniendo.
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La mejor forma de estructurar tu día
Un estudio reciente llevado a cabo por el Draugiem Group usó una aplicación de computadora para rastrear los hábitos de los trabajadores. Específicamente, la aplicación medía cuánto tiempo gastan las personas en diferentes tareas y los comparó con sus niveles de productividad.
En el proceso de medir las actividades de las personas, se encontraron con un descubrimiento fascinante: La duración del día del trabajo no importaba mucho; lo que importaba era como las personas estructuraban su día.
En particular, las personas que eran constantes sobre tomar cortos periodos de tiempo para descansar eran más productivas que aquellas que trabajaban de forma continua.
Las personas que mantenían estos horarios tenían un nivel único de concentración en su trabajo. Por casi una hora, estuvieron 100% dedicados al trabajo que tenían que realizar. No revisaron Facebook “rapidito” o se distraían por su emails.
Cuando sentían fatiga (otra vez, luego de una hora), tomaban un descanso corto, durante los cuales se separaban completamente de su trabajo. Esto les ayudaba a regresar renovados para otra hora de trabajo productivo.
A tu cerebro le gusta estar una hora encendido, 15 minutos apagado
Las personas que han descubierto esta tasa de productividad mágica hacen añicos a su competencia porque están en contacto con una necesidad fundamental de la mente humana: el cerebro naturalmente funciona en chorros de alta energía (aproximadamente una hora) seguido de chorros de baja energía (de 15 a 20 minutos).
Para la mayoría de nosotros, este ritmo natural de niveles de energía nos tiene enfocados en periodos de alta energía seguida de periodos menos productivos, Y es ahí en donde sucumbimos a las distracciones.
La mejor forma de ganarle al cansancio y a las distracciones frustrantes es tener intenciones acerca de tu día de trabajo. En vez de trabajar por una hora o más y luego de batallar entre las distracciones y la fatiga, cuando tu productividad comienza a decaer, usa esa señal para reconocer que es hora de un descanso.
Los descansos son más fáciles de tomar cuando sabes que te van a hacer más productivo. Por lo general dejamos que la fatiga gane porque continuamos trabajando mientras la tenemos (mucho después de que hemos perdido energía y enfoque) y los descansos que tomamos no son verdaderos descansos (revisando el email y viendo vídeos en YouTube no recargamos nuestras baterías de la misma manera que un paseo puede hacerlo).
Encárgate de tu día de trabajo
El día de trabajo de 8 horas puede funcionar para ti si lo divides en intervalos de tiempo estratégicos. Una vez que alinees esa energía natural con tu esfuerzo, las cosas empezarán a marchar mucho mejor. Aquí hay 4 consejos qué te llevarán a estar en ese ritmo perfecto.
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1. Divide tu día en intervalos de horas
Naturalmente planeamos lo que necesitamos realizar para el final del día, de la semana o del mes pero somos mucho más efectivos cuando nos enfocamos en lo que podemos realizar ahora mismo.
Más allá de tener el ritmo perfecto o planear tu día en intervalos de una hora, simplifica tareas abrumadoras separándolas en piezas manejables. Si quieres ser literal, puedes planear tu día en base a intervalos de 52 minutos, pero una hora funciona de la misma forma.
2. Respeta tu hora
La estrategia de intervalos solo funciona porque usamos nuestros picos de energía para alcanzar niveles de concentración extremadamente altos por un periodo de tiempo relativamente corto. Cuando faltas el respeto a tu hora enviando mensajes de texto, revisando correos o revisando Facebook, echas a perder todo el propósito de esta estrategia.
3. Toma un descanso real
En un estudio en Draugiem, descubrieron que los empleados que tomaban descansos más frecuentemente, eran más productivos que aquellos que no descansaban en lo absoluto.
Asimismo, aquellos que deliberadamente tomaban descansos relajantes fueron mejores que aquellos que cuando estaban “descansando” tuvieron problemas separándose de su trabajo.
¡CONSEJO!
Descansos como caminar, leer y hablar son formas efectivas de recargarte porque te alejan de tu trabajo. En un día ajetreado, puede ser tentador pensar en lidiar con correos o haciendo llamadas telefónicas como descanso, pero no lo son.
4. No esperas a que tu cuerpo te diga que tomes un descanso
Si esperas hasta sentirte cansado para tomar un descanso, ya será muy tarde. Apegándote a tu horario aseguras que vas a trabajar cuando eres más productivo y que vas a descansar durante los momentos en los que de otro modo serías improductivo.
Recuerda, es más productivo descansar en periodos de tiempo cortos que seguir trabajando cuando estás cansado y distraído
Combina todo
Divide tu día a pequeños trozos de trabajo y descansa de tal modo que se compagine tu energía natural para que tu día de trabajo sea ligero y se incremente tu productividad.
¿Qué consejo utilizas para tener una jornada laboral productiva y tomar descansos? Nos interesa mucho leerte en los comentarios 😀